República Dominicana conmemora hoy el 159 aniversario de la Restauración
Un 16
de agosto, pero del año 1863, se dio inicio a la Guerra
Restauradora de la República Dominicana. La misma, fue
un enfrentamiento bélico entre los nacionalistas dominicanos y España que
finalizó en el 1865.
Esta
guerra se llevó a cabo por la necesidad de libertar la nación, ya que para 1860
la anexión a España comienza a germinar, a raíz de una larga exposición que
escribió Pedro Santana a la reina Isabel II.
En esa
carta Santana fundamenta la solicitud, señalando entre otras cosas, que el
hecho de tener el mismo origen, religión y costumbres “nos inclinan a
desear encontrar esa estabilidad en una más perfecta unión con la que fue
nuestra madre patria que la que existe y seguramente nos presentará mejor
oportunidad que las que ofrecen hoy las circunstancias”.
Como
resultado de esta solicitud, llegó a Santo Domingo el general
español Gutiérrez de Rubalcaba para estudiar la situación y rendir un
informe, el cual fue favorable a la petición de anexión y Santana procedió a
someter las bases en que debía apoyarse la anexión, las cuales
especificaban lo siguiente:
1. El
respeto a la libertad individual y al principio de no esclavitud.
2. Que el
territorio dominicano fuera considerado como una provincia española y como tal,
disfrutará de los derechos correspondientes.
3. La
utilización del mayor número de hombres, especialmente los del ejército, que
desde 1844 habían prestado importantes servicios a la patria.
4. La
amortización del papel moneda circulante, como una de las primeras medidas.
5. El
reconocimiento y validez de los actos gubernamentales, ocurridos en el país
desde 1844.
Al
comenzar el año 1861, los anexionistas se apoyaban en todo tipo de excusas para
simular sus propósitos y mientras por un lado justificaban ante el gobierno
español que la anexión se haría “conforme a los deseos que siempre habían
manifestado los dominicanos”, por el otro lado se desarrollaba una política
represiva, tratando de ahogar en sangre, cárceles y deportaciones, todo tipo de
protesta que iban surgiendo en el país, y también se buscaba y se obtenía al
precio que fuera, adhesión de los jefes militares y de grupos y personalidades
influyentes.
Se
colocaron personas de extrema confianza en los puestos claves, se escribieron
circulares a funcionarios civiles y militares, así como a los cónsules y
representantes diplomáticos acreditados en el país y se puso en funcionamiento
la maquinaria propagandística para comunicarle al país, que ya la anexión era
una realidad.
Para
las primeras horas de la mañana del 18 de marzo de 1861, Pedro Santana,
el primero y último presidente de la que hasta entonces había sido la República
Dominicana, convocó al “pueblo” a la plaza de la catedral, hoy parque Colón,
para darle oficialmente la “gran noticia” y bajar la bandera dominicana, para
izar el pabellón español y entre las proclamas y argumentos en el acto de
entrega, Santana proclamó lo siguiente:
“España nos
protege, su pabellón nos cubre, sus armas impondrán a los extraños, reconoce
nuestras libertades; Y juntos las defenderemos, formando un solo pueblo, una
sola familia, como siempre fuimos; Juntos nos presentaremos ante los altares
que la madre patria erigiera”.
La
vuelta a la situación colonial se puso de manifiesto no sólo con la
reincorporación del territorio a España, sino con el establecimiento de viejas
modalidades coloniales, tales como instauración de las instituciones jurídicas
hispánicas, un clima inquisitorial y de intolerancia religiosa, el predominio
de los peninsulares y los prejuicios raciales frente a los nativos, entre otras
barbaridades.
Al
producirse la anexión, Pedro Santana quedó como gobernador interino de la
colonia, hasta que fue confirmado en el mando en mayo de 1861, cuando la
reina Isabel II reconoció oficialmente el traspaso territorial
y empezó a tomar decisiones en su readquirida colonia, mandando personal
administrativo desde Cuba y Puerto Rico, pero antes se hicieron oír las
protestas de países como Chile, Perú, Haití, Francia, Inglaterra, Venezuela,
Alemania y Estados Unidos, entre otros.
El
descontento de muchos nativos que se oponían a la anexión, nunca se apagó y por
el contrario, todas las medidas y accionar de los españoles, contribuían a
incrementar el sentimiento patrio y muy pronto comenzaron los focos de
resistencia que luchaban por el retorno a la vida republicana, que con sus
virtudes y defectos, garantizaba por lo menos un mínimo de libertades e
igualdad entre los ciudadanos.
España
en ningún momento cumplió con los acuerdos que fundamentaban la anexión y las
medidas económicas y represivas en contra de la población, no sólo
traspasó lo administrativo y militar, sino que también volvieron medidas
esclavistas y raciales, donde hasta la Iglesia Católica desconocía a los
sacerdotes dominicanos.
Se
fueron desatando varios movimientos tendentes a expulsar a los españoles y
restablecer la república, como el levantamiento en Moca dirigido por José
Contreras, el movimiento de la Regeneración Dominicana y el asalto de
Neyba, ocurrido en febrero de 1863, dirigido por Cayetano Velásquez, también el
día 21 de febrero de ese mismo año, Santiago Rodríguez encabezó un movimiento
que culminó con el levantamiento y toma de Guayubin, donde los dominicanos
sorprendieron la guarnición española y convirtieron toda la región noroeste en un
bastión importante de la resistencia, ya que lograron el levantamiento de
varias comunidades.
El
estado de sitio, los apresamientos y fusilamientos emprendidos por los
españoles, acrecentaron aún más las luchas de los restauradores y el amanecer
del 16 de agosto de 1863, fue fiel testigo del ataque a Santiago, por hombres
encabezados por Benito Monción, Gaspar Polanco, Benigno Filomeno Rojas,
Cayetano Germosén, Olegario Tenarez, Eugenio Miches y Gregorio Luperón, entre
otros.
Mientras
que otro grupo encabezado por Santiago Rodríguez, Pedro Antonio Pimentel, José
Antonio Salcedo, Lucas Evangelista de Peña y Federico de Jesús García, entre
otros, enarboló la insignia tricolor, símbolo del pabellón dominicano, en el
cerro de Capotillo, en la hoy provincia de Dajabón.
El
movimiento restaurador abarcó a todos los sectores en los diferentes aspectos
sociales, políticos y militares, en los que también podemos destacar la ayuda
económica y bélica, de países como Venezuela y Haití.
Para
finales del año 1864, ya el movimiento restaurador abarcaba todo el territorio
dominicano, bajo el criterio de que la República todavía existía y bajo la
consigna de “Libertad o Muerte” y “Guerra a Muerte Contra el
Colonialismo Español y los Traidores a la Patria”.
Al
comenzar el año de 1865, Geffrard, el presidente de Haití, envió un comisionado
para mediar en la guerra y en los intercambios de prisioneros, que ya se había
iniciado entre comisionados españoles y restauradores, así como el
acuartelamiento y ubicación de todas las tropas españolas.
El día
3 de marzo de 1865, el gobierno español emitió el “Real decreto” que determinó el
abandono por parte de España, del territorio dominicano y anulando el pacto de
anexión.
Las
tropas españolas iniciaron el proceso de evacuación el día 10 de julio de 1865, iniciándose
así la segunda república bajo el mando de Pedro Antonio Pimentel, quien había
sustituido a la Junta Central Gubernativa, el primero de marzo. Fuente portal
de Educación: Educando.
HOY
Un 16
de agosto, pero del año 1863, se dio inicio a la Guerra
Restauradora de la República Dominicana. La misma, fue
un enfrentamiento bélico entre los nacionalistas dominicanos y España que
finalizó en el 1865.
Esta
guerra se llevó a cabo por la necesidad de libertar la nación, ya que para 1860
la anexión a España comienza a germinar, a raíz de una larga exposición que
escribió Pedro Santana a la reina Isabel II.
En esa
carta Santana fundamenta la solicitud, señalando entre otras cosas, que el
hecho de tener el mismo origen, religión y costumbres “nos inclinan a
desear encontrar esa estabilidad en una más perfecta unión con la que fue
nuestra madre patria que la que existe y seguramente nos presentará mejor
oportunidad que las que ofrecen hoy las circunstancias”.
Como
resultado de esta solicitud, llegó a Santo Domingo el general
español Gutiérrez de Rubalcaba para estudiar la situación y rendir un
informe, el cual fue favorable a la petición de anexión y Santana procedió a
someter las bases en que debía apoyarse la anexión, las cuales
especificaban lo siguiente:
1. El
respeto a la libertad individual y al principio de no esclavitud.
2. Que el
territorio dominicano fuera considerado como una provincia española y como tal,
disfrutará de los derechos correspondientes.
3. La
utilización del mayor número de hombres, especialmente los del ejército, que
desde 1844 habían prestado importantes servicios a la patria.
4. La
amortización del papel moneda circulante, como una de las primeras medidas.
5. El
reconocimiento y validez de los actos gubernamentales, ocurridos en el país
desde 1844.
Al
comenzar el año 1861, los anexionistas se apoyaban en todo tipo de excusas para
simular sus propósitos y mientras por un lado justificaban ante el gobierno
español que la anexión se haría “conforme a los deseos que siempre habían
manifestado los dominicanos”, por el otro lado se desarrollaba una política
represiva, tratando de ahogar en sangre, cárceles y deportaciones, todo tipo de
protesta que iban surgiendo en el país, y también se buscaba y se obtenía al
precio que fuera, adhesión de los jefes militares y de grupos y personalidades
influyentes.
Se
colocaron personas de extrema confianza en los puestos claves, se escribieron
circulares a funcionarios civiles y militares, así como a los cónsules y
representantes diplomáticos acreditados en el país y se puso en funcionamiento
la maquinaria propagandística para comunicarle al país, que ya la anexión era
una realidad.
Para
las primeras horas de la mañana del 18 de marzo de 1861, Pedro Santana,
el primero y último presidente de la que hasta entonces había sido la República
Dominicana, convocó al “pueblo” a la plaza de la catedral, hoy parque Colón,
para darle oficialmente la “gran noticia” y bajar la bandera dominicana, para
izar el pabellón español y entre las proclamas y argumentos en el acto de
entrega, Santana proclamó lo siguiente:
“España nos
protege, su pabellón nos cubre, sus armas impondrán a los extraños, reconoce
nuestras libertades; Y juntos las defenderemos, formando un solo pueblo, una
sola familia, como siempre fuimos; Juntos nos presentaremos ante los altares
que la madre patria erigiera”.
La
vuelta a la situación colonial se puso de manifiesto no sólo con la
reincorporación del territorio a España, sino con el establecimiento de viejas
modalidades coloniales, tales como instauración de las instituciones jurídicas
hispánicas, un clima inquisitorial y de intolerancia religiosa, el predominio
de los peninsulares y los prejuicios raciales frente a los nativos, entre otras
barbaridades.
Al
producirse la anexión, Pedro Santana quedó como gobernador interino de la
colonia, hasta que fue confirmado en el mando en mayo de 1861, cuando la
reina Isabel II reconoció oficialmente el traspaso territorial
y empezó a tomar decisiones en su readquirida colonia, mandando personal
administrativo desde Cuba y Puerto Rico, pero antes se hicieron oír las
protestas de países como Chile, Perú, Haití, Francia, Inglaterra, Venezuela,
Alemania y Estados Unidos, entre otros.
El
descontento de muchos nativos que se oponían a la anexión, nunca se apagó y por
el contrario, todas las medidas y accionar de los españoles, contribuían a
incrementar el sentimiento patrio y muy pronto comenzaron los focos de
resistencia que luchaban por el retorno a la vida republicana, que con sus
virtudes y defectos, garantizaba por lo menos un mínimo de libertades e
igualdad entre los ciudadanos.
España
en ningún momento cumplió con los acuerdos que fundamentaban la anexión y las
medidas económicas y represivas en contra de la población, no sólo
traspasó lo administrativo y militar, sino que también volvieron medidas
esclavistas y raciales, donde hasta la Iglesia Católica desconocía a los
sacerdotes dominicanos.
Se
fueron desatando varios movimientos tendentes a expulsar a los españoles y
restablecer la república, como el levantamiento en Moca dirigido por José
Contreras, el movimiento de la Regeneración Dominicana y el asalto de
Neyba, ocurrido en febrero de 1863, dirigido por Cayetano Velásquez, también el
día 21 de febrero de ese mismo año, Santiago Rodríguez encabezó un movimiento
que culminó con el levantamiento y toma de Guayubin, donde los dominicanos
sorprendieron la guarnición española y convirtieron toda la región noroeste en un
bastión importante de la resistencia, ya que lograron el levantamiento de
varias comunidades.
El
estado de sitio, los apresamientos y fusilamientos emprendidos por los
españoles, acrecentaron aún más las luchas de los restauradores y el amanecer
del 16 de agosto de 1863, fue fiel testigo del ataque a Santiago, por hombres
encabezados por Benito Monción, Gaspar Polanco, Benigno Filomeno Rojas,
Cayetano Germosén, Olegario Tenarez, Eugenio Miches y Gregorio Luperón, entre
otros.
Mientras
que otro grupo encabezado por Santiago Rodríguez, Pedro Antonio Pimentel, José
Antonio Salcedo, Lucas Evangelista de Peña y Federico de Jesús García, entre
otros, enarboló la insignia tricolor, símbolo del pabellón dominicano, en el
cerro de Capotillo, en la hoy provincia de Dajabón.
El
movimiento restaurador abarcó a todos los sectores en los diferentes aspectos
sociales, políticos y militares, en los que también podemos destacar la ayuda
económica y bélica, de países como Venezuela y Haití.
Para
finales del año 1864, ya el movimiento restaurador abarcaba todo el territorio
dominicano, bajo el criterio de que la República todavía existía y bajo la
consigna de “Libertad o Muerte” y “Guerra a Muerte Contra el
Colonialismo Español y los Traidores a la Patria”.
Al
comenzar el año de 1865, Geffrard, el presidente de Haití, envió un comisionado
para mediar en la guerra y en los intercambios de prisioneros, que ya se había
iniciado entre comisionados españoles y restauradores, así como el
acuartelamiento y ubicación de todas las tropas españolas.
El día
3 de marzo de 1865, el gobierno español emitió el “Real decreto” que determinó el
abandono por parte de España, del territorio dominicano y anulando el pacto de
anexión.
Las
tropas españolas iniciaron el proceso de evacuación el día 10 de julio de 1865, iniciándose
así la segunda república bajo el mando de Pedro Antonio Pimentel, quien había
sustituido a la Junta Central Gubernativa, el primero de marzo. Fuente portal
de Educación: Educando.
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